DESTINO                                           

Como el árbol que en otoño se deshoja,

Afrontando desnudo cada invierno,

Del diario de mi vida, cada hoja,

Fue cayendo y desnudando cada sueño.

Vivir, se me antojó un tormento.

Sabiendo que mis sueños no existían,

Y mis versos consolarme no podían.

Naufragaron mis poemas en la nada

Y en la nada conviví junto con ellos.

Esta circunstancia desdichada,

A mí, poeta, me privó de lo más bello.

Mi alma desvalida, extravió sus ojos

Y ciega, navegó en el espanto,

Como una barcaza colmada con despojos,

De lamentos de penas y de llanto.

Así, en la penumbra sin bonanza,

Surqué las horas amargas de la vida,

En pos de un faro destellante de esperanza

O del titilante fulgor, de una estrella conocida.

En la alborada emergieron las costas anheladas, Arenas de sueños retornaron a mis días

Y ésta, mi pobre alma desahuciada,

Renació al igual que la poesía.